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La gran mentira de la paciente cero

La gran mentira de la paciente cero

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La gran mentira de la paciente cero

Cacería de brujas en las redes sociales

Un teórico de la conspiración de EE.UU., asistido por la creciente red de propaganda china, colocó a la soldado Maatje Benassi en el centro de un huracán al acusarla de ser quien llevó el coronavirus a Wuhan. Ella cuenta a ABC cómo las amenazas recibidas le han cambiado.

El matrimonio Benassi no puede ni abrir una caja en paz. En mayo de 2020 recibieron en su casa un misterioso paquete de cartón que no esperaban, sin remitente. Tras recibir más de 70 amenazas de muerte en YouTube, y de haber visto su dirección publicada en Twitter, esperaban cualquier cosa. Fueron momentos de angustia, una sensación familiar para esta pareja de veteranos de las fuerzas armadas estadounidenses durante la pandemia. No solo porque hayan temido al virus, como el resto de la humanidad, sino también porque Maatje Benassi ha sido arrastrada al centro de una falsa teoría conspirativa cuyos defensores se empeñan en que ella es la paciente cero del coronavirus, la soldado que llevó la enfermedad a Wuhan en 2019.

Finalmente, el paquete de los Benassi era una compra por internet de la que se habían olvidado, pero como dice Matt, el marido de Maatje, «el miedo y la ansiedad que sentimos fue bastante real: mis manos estaban temblando cuando abrí la caja». La razón de estos temores es una cacería digital iniciada por una serie de falsedades publicadas por un polemista sin escrúpulos, amplificadas por la formidable maquinaria de desinformación del régimen chino, dispuesto a sacudirse como sea cualquier sombra de culpa en su gestión de una pandemia que se ha llevado por delante más de cuatro millones de vidas en todo el mundo.

Todo se remonta a octubre de 2019, cuando se celebraron los
Juegos Mundiales Militares en la ciudad de Wuhan
, provincia de Hubei. Eran los primeros de su categoría en China y en la ceremonia inaugural participó el mismísimo presidente Xi Jinping. Casi 10.000 atletas de 110 países compitieron en 27 categorías deportivas. De ellos, 172 viajaban desde EE.UU. Por primera vez en la historia de los Juegos Mundiales Militares se estableció una villa olímpica, donde residieron los atletas.

Casi10.000 atletas de 110 países compitieron en 27 categorías deportivas. De ellos, 172 viajaban desde EE.UU

El 20 de octubre tuvo lugar la competición femenina de ciclismo en ruta de 50 millas sobre un circuito de 10 kilómetros al que se daban cinco vueltas. Maatje Benassi, reservista de el ejército norteamericano, madre de dos hijos, temida ciclista en la pista, participaba y se mantuvo líder durante gran parte de la tercera y cuarta vuelta. Al hacer el último sprint, a dos kilómetros de la meta, le ocurrió algo inesperado.

Según cuenta la propia Benassi, «otra ciclista frenó y se desplazó a la izquierda justo cuando estaba a punto de adelantarla, y eso me hizo perder la rueda delantera. Bajé. Estaba dolorida, pero me las arreglé para volver a montarme en mi bicicleta, que no funcionaba bien porque las marchas y los frenos estaban rotos». Llegó a la meta uno o dos minutos por detrás del grupo de cabeza. «Después de que llegué a la meta, la decepción y el dolor surtieron efecto. Una vez de regreso en la villa olímpica, nuestro equipo médico revisó mis lesiones y determinó que tenía una conmoción cerebral y una costilla fracturada».

Mentiras sobre su caída

Su equipo quedó octavo. China se llevó el oro, Polonia la plata y Francia el bronce. Benassi se recuperó pronto, y en cuestión de días estaba de nuevo en la bicicleta.

De este relato de hechos hay todo tipo de pruebas. Hubo cientos de testigos en la meta. Hay vídeos, fotos, testimonios. Se publicaron noticias aquella misma semana que narran los detalles de esa competición. No cabe duda de que Benassi no estaba enferma, de hecho iba en cabeza, y como suele suceder en el mundo del ciclismo, una caída fortuita le costó la victoria.

Pasaron los días, acabaron los juegos, y el 31 de diciembre de 2019 la Organización Mundial de la Salud fue informada por el régimen chino de un nuevo tipo de pulmonía provocada por un coronavirus antes no visto en humanos. En un mes, la OMS declaró que este brote era una
emergencia internacional
y el 11 de marzo de 2020 lo elevó a la categoría de pandemia. China se ha resistido a compartir información con la comunidad internacional sobre los inicios del brote y ha rechazado el último plan de la OMS para estudiar los orígenes del Covid-19, porque pide una investigación seria sobre
la hipótesis de que el virus pudo haberse filtrado
de un laboratorio chino. El 17 de marzo, el entonces presidente de EE.UU., Donald Trump, comenzó a llamar al causante de la pandemia «virus chino» tanto en redes sociales como en sus discursos.

El 20 de marzo, alguien que se define como periodista de investigación, George Webb, afincado en Maryland y recientemente trasladado a Michigan, publicó en YouTube un vídeo plagado de falsedades e invenciones en el que acusaba a Benassi de haber estado enferma antes de su carrera, y atribuía su caída a síntomas similares al coronavirus. Decía falsamente que Benassi trabajaba en la base de Fort Detrick, donde, según él, se experimentaba con virus como el ébola hasta que fue cerrado por varios errores de seguridad.

Un historial sospechoso

Webb es un viejo conocido de la inteligencia estadounidense. En junio de 2017 dio una conferencia por internet en la que afirmó que una fuente suya había hablado con otras cinco fuentes que le habían dicho que una bomba sucia (un artefacto explosivo usado para esparcir sustancias radiactivas) iba a explotar en la ciudad de Memphis. En directo, Webb afirmó después que, según otra fuente, en realidad la bomba no iba a estallar en Memphis sino en el navío comercial Maersk Memphis.

En aquel momento, el Maersk Memphis estaba en las inmediaciones del puerto de Charleston, en Carolina del Sur. Webb respondió a comentarios de espectadores e invitó a un par de colegas a participar en el directo. En un punto, uno de ellos, Jason Goodman, llamó en directo a la Guarda Costera a informar de que tenía sospechas de un ataque. La terminal donde estaba el Maersk Memphis fue evacuada. Por supuesto, no se encontró bomba alguna. Era todo una burda invención, como muchas de las teorías de este polemista que en las elecciones de 2016 publicó abundantes exclusivas, todas ellas falsas, sobre diversas muertes de empleados o colaboradores de la campaña demócrata cuando Hillary Clinton competía con Trump.

George Webb – ABC

Benassi recuerda a la perfección el día en que Webb le apuntó, porque entonces su vida cambió para siempre. De ser alguien relativamente anónimo, pasó a estar en el centro de un huracán de mentiras, insultos y amenazas. «Estaba en el trabajo y recibí una llamada telefónica de alguien que me pedía que viera un vídeo en YouTube. Me contó que era sobre mi participación en los juegos de Wuhan y como yo era una especie de paciente cero. No tenía acceso a YouTube en el trabajo, así que llamé a mi esposo. Me llamó unos 35 minutos después, y estaba muy molesto por esas locuras y tonterías que se decían sobre mí. Me dijo que además había encontrado otros vídeos también».

Inmediatamente, varios funcionarios y medios estatales chinos se sumaron a esa teoría conspirativa y comenzaron a difundir en el internet chino –que por lo general está sometido a censura– esas mentiras como noticias. La falsa idea de que Benassi trajo el coronavirus de EE.UU. a China se multiplicó en las plataformas WeChat, Weibo y Xigua Video, sin que los censores, siempre rápidos y eficientes, hicieran nada.

Zhao Lijian, un destacado diplomático chino, subdirector del departamento de Información del ministerio de Exteriores de China, señaló en su cuenta de Twitter que probablemente habían sido los soldados estadounidenses quienes trajeron el virus a Wuhan en octubre de 2019. De ahí, esa teoría conspirativa saltó al resto de idiomas, incluidos el inglés y el español. Y ahí entró la gran maquinaria de propaganda china en todo el mundo. Titulares como este del diario ‘Global Times’, se multiplicaron: «Instan a EE.UU. a divulgar información sobre la salud de los atletas militares que llegaron a Wuhan en 2019». En la noticia se afirmaba: «Muchos usuarios chinos exhortaron a EE.UU. a hacerle una prueba del virus a Benassi y difundir datos sobre la delegación deportiva estadounidense». Ese diario lo controla Pekín.

Acoso familiar

Según Matt Schrader, analista de la Alianza para Asegurar la Democracia, del German Marshall Fund, una docena de embajadores chinos compartió el mensaje de Lijian. «La difusión de teorías de la conspiración a través de los canales oficiales, una táctica rusa que viene de largo, puede indicar una nueva fase en los esfuerzos de propaganda externa de Beijing. Hacerlo puede parecer entrar en conflicto con la imagen de China como una presencia global tranquila y apaciguadora. Pero los propagandistas pueden estar adoptando la capacidad de Internet para comunicar mensajes diferentes a audiencias distintas simultáneamente».

Después de que la propaganda china amplificara las mentiras de Webb, los datos personales de Benassi y su marido se publicaron en todo tipo de redes sociales y sitios web. Su número de teléfono, su dirección, las identidades de sus familiares… todo quedó expuesto. Insultos, amenazas y mentiras les llegaban a ambos y sus familiares de viva voz, por teléfono, o por mensaje, tanto en foros abiertos como por correo privado. Era una cacería en toda regla.

Los datos personales de Benassi y su marido se publicaron en todo tipo de redes sociales

Según Benassi, «la cantidad de daño y sufrimiento que Webb nos ha causado es increíble. Siempre estoy mirando por encima del hombro, especialmente desde que sus seguidores publicaron nuestra dirección. A veces, creo que lo vivo como un trastorno de estrés postraumático, pero desafortunadamente todavía estoy en medio de esta batalla porque Webb no para. Y no es solo él, miles de personas han publicado mentiras en Facebook y otros sitios basándose en sus mentiras, lo que hace que esto se eternice».

Y es cierto que es algo que no cesa. El 7 de julio, Webb volvió a la carga. Publicó otro vídeo en el que acusaba a Benassi de haber servido como mensajera de la Alianza Atlántica y de haber trabajado estrechamente con James Stavridis, un almirante retirado de la Armada de EE.UU. que desempeñó los cargos de comandante supremo aliado en Europa de la OTAN y comandante del Mando Europeo de EE.UU. Según Matt, el marido de Maatje, «le informamos específicamente de que estas acusaciones eran falsas y, sin embargo, no se retractó. Ni siquiera reconoce que refutamos estas mentiras; esto es revelador del estado del periodismo si uno lo considera periodista».

Lo cierto es que uno de los grandes problemas en este y otros casos similares de
desinformación
es que otros medios, más respetados, se hacen eco de esas mentiras y va cundiendo la idea de que hay cabos sin atar en la participación de Benassi en las olimpiadas. Su nombre volvió a circular en medios estadounidenses, por ejemplo, cuando el 23 de junio ‘The Washington Post’ publicó que el Capitolio está investigando si las olimpiadas militares de Wuhan fueron un foco de contagio.

La labor de pedir a medios de todo el mundo y redes sociales que retiren contenido falso es realmente titánica. Según Matt, «las compañías de noticias deben contactar a las personas que están citando al escribir una historia, independientemente de si están citando otra fuente de noticias, antes de la publicación». «Como estos artículos fueron escritos con cero información de Maatje, la información incorrecta se convirtió en una especie de hecho y todavía se usa falsamente hoy en día en muchos artículos. Esto solo refuerza a los teóricos de la conspiración».

En el centro de esas mentiras está George Webb, cuyo apellido real es Sweigert y que, a pesar de haber sido expulsado de numerosas plataformas, sigue hallando la forma de volver a ellas. Google le ha borrado cientos de vídeos de YouTube plagados de falsedades. Amazon ha eliminado de sus servidores decenas de libros similares. Los objetos de sus campañas van cambiando, el último es Hunter Biden, hijo del cual presidente de EE.UU., pero el trasfondo es el mismo: oscuros intereses mueven los hilos del mundo y nada es lo que parece.

Un reciente informe del gobierno de EE.UU. sobre ciberseguridad cita que el caso de Benassi y las acusaciones de Webb forman parte de un entramado desinformativo para «fomentar una falta de confianza de los ciudadanos estadounidenses en su gobierno». Los motivos de este estadounidense para promover estas falsedades no están claros. La clave, según los expertos, puede estar en la cantidad de suscriptores, decenas de miles, que ha amasado en las plataformas hasta que se le ha expulsado, y el modelo de negocio y de ingresos de publicidad por volumen que han permitido esas mismas plataformas.

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