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Las mujeres-mesa de ‘La naranja mecánica’ ¿serían hoy admisibles?

Las mujeres-mesa de ‘La naranja mecánica’ ¿serían hoy admisibles?

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Las mujeres-mesa de ‘La naranja mecánica’ ¿serían hoy admisibles?


50 años de la obra maestra de Kubrick

  • SILVIA NIETO

Actualizado

Este año se cumple medio siglo de ‘La naranja mecánica’ de Stanley Kubrick, su genial adaptación de la novela homónima de Anthony Burgess. Polémica desde su estreno, una de sus imágenes más controvertidas fue -y es- el mobiliario del Korova Milk Bar, mujeres desnudas que sirven de mesa o cuyos pezones dispensan bebidas.

Imagen de la escultura-mobiliario titulada 'Nude' expuesta en 1969,...

Imagen de la escultura-mobiliario titulada ‘Nude’ expuesta en 1969, obra del artista Allen Jones
Getty

El que probablemente sea el chiste más machista de todos los tiempos es uno que no se puede reproducir entero aquí porque heriría muchas sensibilidades, pero que, para que muchos lo traigan a su mente, es el que empieza con estas palabras: “¿Qué le falta a las mujeres para ser perfectas? Pues que tengan la cabeza plana para dejar encima el cubata etcétera”. La barbaridad se contaba con toda soltura hace 30 años, y a mí, como estoy segura que a muchas, no me hacía la menor gracia. Por el contrario, me hacía sentir doblemente humillada: por lo que el chiste contaba y porque alguien, siempre un hombre, se atreviese a contármelo.

Pues bien, las mesas que diseñó la artista Liz Jones para decorar el bar donde el protagonista de ‘La naranja mecánica’ (Alex DeLarge, interpretado por Malcolm McDowell) pasaba el rato con su pandilla bebiendo molokos tienen en cierto modo la misma cualidad que ese chiste, por mucho que caigan del lado del arte.

Cartel de la película de Kubrick de 1971.
Cartel de la película de Kubrick de 1971.

El desnudo femenino, siempre disponible

Porque, en cualquier caso, como explica con nitidez la prestigiosa experta Mary Beard en el documental de Netflix ‘El desnudo en el arte’, los cuerpos sin ropa de mujeres que con títulos rimbombantes llenan los museos de Occidente no son más que “coartadas para satisfacer el deseo masculino”.

Para ilustrar lo anterior, Beard pone el ejemplo de la famosísima obra ‘El origen del mundo’ de Courbet (ese pequeño cuadro pintado en 1866 que es un primerísimo primer plano del pubis abierto de una mujer). Desde el punto de vista de Beard, esta obra se inclina hacia “el lado correcto de la difusa línea que separa el arte de la pornografía” por dos razones: “Se exhibe en un museo importante, esa es una. Y su título es otra: ‘El origen del mundo’. No sabemos exactamente cuándo recibió ese título y no necesariamente se lo puso Courbet, pero piensen en lo diferente que lo veríamos si se titulara, no sé, ‘El coño de Jeanette'”.

Volviendo a las famosas mesas de ‘La naranja mecánica’, esas estilizadas mujeres desnudas a cuatro patas ofreciendo su vientre al apoyo de pies y bebidas, aunque su realización corrió a cargo de la artista Liz Moore, estaban directamente inspiradas en las obras del entonces polémico artista británico Allen Jones. De hecho, Kubrick intentó que fuese él quien realizase el mobiliario del Korova Milk Bar, pero no llegaron a un acuerdo económico, y tuvo que ‘conformarse’ con Moore.

UN ESCÁNDALO PLANETARIO

Hoy honorable miembro de la Royal Academy of Arts británica y con obra en multitud de museos, Allen Jones estrenó los años 70 haciéndose mundialmente famoso gracias a sus maniquís fetichistas de fibra de vIdrio que convertían a las mujeres en sillas y mesas de inspiración sadomasoquista. Tal vez llegó a esta representación femenina por su manifestado deseo de investigar “qué es admisible en el terreno del arte”. Desde luego, si fue eso, pronto lo descubrió. Sus obras fueron recibidas tras su presentación en sociedad con protestas desde múltiples frentes.

El artista Allen Jones posa con su 'mesa de café' en 1974.
El artista Allen Jones posa con su ‘mesa de café’ en 1974.

Criticada por misógina, atacada desde el feminismo, el conservadurismo, el mundo del arte y numerosos medios de comunicación, la animadversión contra Jones y sus esculturas persistió durante años, hasta el extremo de que en 1978 fueron atacadas con bombas fétidas en una exposición en el Instituto de Arte Contemporáneo de Londres y casi una década más tarde, durante el Día Internacional de la Mujer, su ‘Silla’, expuesta en la Tate Gallery, recibió una lluvia de decapante que la dejó maltrecha.

Jones ha ‘culpado’ al feminismo de la virulenta reacción contra sus obras, aunque es muy dudoso que ninguna mujer, de la ideología que sea, pueda haberse sentido agradablemente impresionada al contemplar sus esculturas. Que, como en el chiste, nos convierte en ‘cosas’ donde apoyar el cubata. O el moloko, ahora que celebra su 50 cumpleaños.

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