Pórtico de la Gloria: historia de un rescate
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A principios de 2009, y después de arduos trabajos de estudio y conservación artística llevados a cabo por expertos en la Catedral de Santiago de Compostela desde 2006, se concluyó que la restauración del Pórtico de la Gloria no podía esperar más: las fallas estructurales del conjunto arquitectónico, y la constatación de la pérdida de su policromía original, forzaban a que los trabajos se trataran con carácter urgente. Así, y gracias al mecenazgo de la Fundación Barrié, la restauración de una de las joyas del estilo románico en la península, obra del maestro Mateo en el S.XII, se alargó durante los siguientes nueve años. En 2018, tras rescatar de su situación crítica el arco y detener la rápida degradación química que estaba acabando con la composición de la propia piedra tallada, la restauración se daba por completada y se volvía a abrir la fachada occidental de la catedral.
Coincidiendo con el año santo jacobeo, que acercará a miles de pelegrinos al camino pese a los condicionantes de la pandemia, la propia Fundación Barrié y la Catedral publican «Pórtico de la Gloria. Una restauración», un tomo de lujo en colaboración con la prestigiosa editorial Assouline que incluye imágenes de alta calidad de los trabajos y también documenta extensivamente el antes y el después de la recuperación del patrimonio.
En algo más de 220 páginas y 150 fotografías -la mayoría inéditas-, el libro intenta ser testigo de las 50.000 horas de trabajo invertidas en el pórtico. Además de hacerse didáctico a través de las anotaciones, acercando al gran público el cómo y el qué de este tipo de restauraciones, el tomo cuenta con un prólogo de Gaël de Guichen, miembro del Comité Científico del Proyecto de Conservación Preventiva y Restauración del Pórtico de la Gloria, y que escribe: «Dejando por un momento en suspenso la maravilla estética, cualquier peregrino, visitante, profano o entendido se pregunta cómo ha sido posible llegar a este resultado sin añadir nueva pintura sobre la superficie del Pórtico, tal como le aseguran los guías del monumento; tal como insisten una y otra vez los técnicos; tal como aseveran, en fin, los promotores, la Catedral de Santiago de Compostela y la Fundación Barrié. Este libro, entre otras cosas, quiere dar cuenta de estos misterios».
Solución de emergencia
La restauración, ejemplo por su cuidado y repercusión internacional, fue también un proceso de descubrimiento para los propios expertos: al desgaste del tiempo habitual, los conservadores sumaron el descubrimiento de las diferentes capas de óleo que habían ido dando brillo al conjunto. El último color del pórtico, que data del S. XVII, escondía otras dos policromías. Una de cien años antes (tardogótica), cuando se hicieron efectivas las primeras modificaciones arquitectónicas del pórtico, y la primera, fechada en el período medieval y que todavía se deja ver en el ángel portante de la cruz de la columna, de lapislázuli. Del mismo modo, el proceso también reveló los materiales históricos que se habían ido usando para dotar de color a la piedra: laca roja de cochinilla, cobre para lograr el verde, plomo para los pigmentos de blanco, encarnaciones de albayalde e incluso oro puro en forma de láminas, para terminar de otorgar esplendor místico a la obra.
Otro de los descubrimientos problemáticos del estudio fue el de la continua filtración de agua y humedades desde las torres adyacentes, como señaló en su momento el informe del Ministerio de Cultura, lo que retrasó significativamente el ritmo de la restauración: «El tiempo empleado en esta restauración no revela una demora por dejadez, sino que responde a una programación rigurosa, científica y estructurada», se podía leer en la justificación científica de Ana Laborde Marqueze, Coordinadora del Instituto del Patrimonio Cultural de España.
Más allá del deterioro cromático y la vertiginosa pérdida de integridad química del sedimento en el que está tallado el Pórtico de la Gloria, el mayor desafío para los restauradores pasó por la biología. El polvo acumulado durante siglos, sumado a las condiciones de humedad y viento y a las distintas capas de «vida» que se habían ido acumulando, propició el surgimiento de organismos microscópicos en la piedra. Las cianobacterias, que así se llaman estas pequeñas «colonizadoras» que pusieron en riesgo la joya arquitectónica, se extendían a gran velocidad y propiciaban también la aparición de hongos que se «alimentaban» de ellas y de los elementos naturales que habían servido de instrumento en las distintas capas históricas de color.
Aunque las filtraciones son incorregibles debido a la alteración que supondría, modificando las estructuras originales, el proyecto de conservación del patrimonio no acaba con la apertura al público de los arcos. Gracias al plan de acción ministerial, y a los distintos mecenazgos, la monitorización del pórtico es continua y, cuando sea necesario, se volverá a someter a procesos de desalación y estudio de su biodeterioro, asegurándose así de que una intervención tan grande como la que tuvo que llevarse a cabo entre 2009 y 2018 no vuelva a ser necesaria. De hecho, la década larga de trabajos en Santiago de Compostela fue merecedora del prestigioso premio Europa Nostra en 2019, que otorgó el reconocimiento a la restauración por ser «ejemplo muy destacado de conservación y cuidadosa recuperación de escultura en piedra policromada en una obra de fundamental importancia en la Escultura románica».
En el nuevo tomo que editan la Fundación Barrié y la Fundación Catedral, se puede leer a modo de síntesis: «El análisis de la historia (del Pórtico de la Gloria), nos ha hecho reflexionar sobre la humildad con la que hay que acometer este tipo de intervenciones, evitando en la medida de lo posible soluciones irreversibles que el futuro pudiera contradecir. Esta es la manera de legar al porvenir no solo la obra, sino también la posibilidad de aplicar nuevos descubrimientos y técnicas, así como de analizar con transparencia las que nosotros hemos aplicado».
Historias de la Historia
De valor incalculable para la nuestra y para generaciones futuras, por tratarse de uno de los primeros proyectos que, si bien románicos en su acepción más purista, se podría considerar protogótico por cómo adelanta las tendencias del siglo XIV, el Pórtico de la Gloria encierra en su mínima utilización de mármol varios mitos, como si lo que se hubiera modelado en realidad fueran las distintas historias dentro de la Historia. Ideado originalmente como una especie de solución de emergencia al desnivel de la Catedral entre las naves laterales y el resto del plano, el pórtico fue un encargo del rey de León, Fernando II al «obradoiro» del Maestro Mateo, a razón de cien maravedíes anuales entre 1168 y 1188. Aunque el conjunto original no sea el que se puede apreciar en su totalidad en el exterior actual del edificio, ya que muchos de los capiteles originales se conservan en el Museo Catedralicio, los trabajos dan cuenta de ello sin «intervenir» de manera coyuntural en la obra.
Cercanos ya al milenio de antigüedad del prodigio del Maestro Mateo, el proyecto de conservación preventiva, en cierto modo, es una especie de extensión casual de la leyenda que rodea a su trabajo: según se extendió por sabiduría popular en toda Galicia, el arquitecto penitente y arrodillado que finalmente forma parte del pórtico, como si la redención no estuviera al alcance de su mano, no estaba en el plan inicial. El artista se habría retratado a sí mismo, en un principio, de manera casi egocéntrica y, ante la corrección de un enfurecido arzobispado, tomó la decisión de mostrarse, finalmente, arrepentido en el conjunto. Sea como fuere, el nuevo tomo nos ayuda a comprender la importancia de nuestro gran patrimonio cultural.