Un acusado de asesinar a Samuel: «Le voy a matar, no tengo nada que perder»
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Desde el primer momento, los investigadores han tenido claro que l
a paliza que acabó con la vida de Samuel fue salvaje, gratuita, colectiva, encarnizada y sin dejar margen alguno a la víctima para defenderse. Ahora, el sumario del caso, al que ha tenido acceso ABC, revela también que, tras el fatal malentendido con un teléfono -uno de los agresores pensó que Samuel les estaba grabando cuando en realidad hacía una videollamada-, los agresores solo tenían un objetivo con la brutal paliza que le propinaron: matarle.
Los supuestos responsables de la muerte de Samuel tienen entre 16 y 25 años. Tres están en prisión preventiva: Diego, el que inició la agresión; Kaio, investigado también por haberse apropiado y haberse
desprendido después del teléfono de la víctima, y Alejandro, alias ‘Yumba’. Kathy, novia de Diego, está en libertad provisional, y, pese a que los investigadores reducen su papel al de «encubridora», la Fiscalía y las acusaciones le señalan, igual que a los tres encarcelados, por un delito de asesinato. Los otros tres investigados son menores de edad, y por eso su causa se tramita al margen. Permanecen ingresados en un centro de internamiento. Uno de ellos participó en la agresión cuando estaba en libertad vigilada por otra causa.
Las amenazas de muerte
Con Diego comenzó todo. Fue este joven el que a las puertas del pub coruñés El Andén, aquella fatídica madrugada del 3 de julio, pensó que Samuel y su amiga le estaban grabando y se abalanzó sobre el joven enfermero para agredirle: «Comenzó a agarrarlo por el cuello y a tirarlo al suelo», relató la amiga de Samuel a la Policía. Fue el comienzo de una agresión que se convirtió en multitudinaria y en la que las amenazas de muerte a Samuel fueron constantes. Uno de los testigos, que paseaban por la zona con unos amigos, se acercó a enterarse de lo que sucedía al ver llorar a una chica, que resultó ser la amiga de Samuel. Cuando giró la cabeza escuchó cómo un individuo «visiblemente altercado» y «desnudo de la parte superior» estaba gritando: «¡Lo voy a apuñalar, le voy a dar una puñalada en el corazón, no tengo nada que perder!». En sede policial, este testigo reconoció al individuo que gritaba: era Diego, el joven que había comenzado la agresión.
No fue la única amenaza de muerte. Una amiga de este testigo, que también compareció ante la Brigada Provincial de la Policía Judicial de La Coruña, relató cómo uno de los agresores «que iba desnudo de la parte superior», y que luego se puso una camiseta blanca, portaba una navaja que sacó del bolsillo derecho del pantalón al mismo tiempo que gritaba, refiriéndose a Samuel: «Se la voy a clavar en el pecho, te vas a morir».
Insultos homófobos
La cuestión de si la mortal agresión se trató o no de un crimen homófobo centró el debate público los días posteriores al crimen. Los investigadores, por ahora, consideran que no hay suficientes elementos para calificarlo de delito de odio, es decir, si mataron a Samuel por su condición sexual. No obstante recopilan todos los indicios para que luego la juez y la fiscal cuenten con los elementos suficientes para valorarlo. Lina, la amiga de Samuel que hacía con él la videollamada que originó las hostilidades, aseguró a la Policía que, quien finalmente resultó ser Diego, antes de agarrar del cuello a la víctima y tirarle al suelo le había espetado: «¡Deja de grabar, a ver si te voy a matar, maricón!». Repitió ese insulto alguna otra vez. Lina está segura de que lo hacía «para que se molestase».
No hubo más testigos de insultos homófobos durante la paliza. Sin embargo, según las testificales a las que ha tenido acceso este diario, sí que los hubo después de la agresión, seguramente con Samuel ya ingresado en el hospital en estado crítico. Pasaban ya veinte minutos de las tres de la madrugada, cuando un joven, en compañía de algunos amigos, se encontró con tres jóvenes -dos hombres y una mujer- con una actitud que, según explicó a la Policía, le pareció extraña. En un principio pensaron que se trataba de un problema de violencia de género. Decidieron seguirles e incluso preguntaron a la chica si necesitaba ayuda. Les dijo que no. Uno de los jóvenes que veían llevaba un polo blanco con manchas de sangre. Y la testigo escuchó cómo ella, que parecía ser su novia, le reprochaba a él: «¡Cómo lo dejásteis! ¡Algún día te van a dar a ti las ostias!». Y el joven respondió a la que la testigo consideró que debía ser su novia: «¡Puto maricón, si era un maricón de mierda!». Han sido identificados como Diego y Katy, que habían hecho un descanso tras la paliza en la zona del estanque. Él se había descalzado, le dolía un pie. Ya en comisaría, después de su detención, fue reconocido por el forense quien decretó que era compatible con una contusión. «Me he jodido el pie», le dijo a otra testigo tras la paliza. Pudo hacérselo golpeando al joven.
«Ayúdame, ayúdame»
El relato de los testigos directos de las dos fases de la agresión es estremecedor. En el caso de Ibrahima Diack, el ciudadano senegalés que cubrió a Samuel poniendo en peligro su propia vida, declaró ante los agentes que cuando estaba con otro amigo en la zona del Playa Club vieron el tumulto de gente y al darse cuenta de que un grupo «numeroso» de personas estaba pegando a un chico en el suelo, intervinieron. «Mientras él levanta al varón que está en el suelo, su amigo intenta impedir que los agresores se acerquen. Una vez estaba levantado, Samuel le dijo ‘Ayúdame, ayúdame’».
«No se defendió en ningún momento ni hizo ningún acto de violencia contra sus atacantes, sólo recibió golpes como si no fuera capaz de defenderse», declaró Diack. Eran él y su amigo intentando proteger al joven de un grupo «numeroso» de agresores, no supo precisar. Los golpes se volvieron contra los tres y uno llegó hasta Samuel, «provocando que cayera de nuevo al suelo». «Temiendo por su vida, no tuvieron más remedio que protegerse ellos haciendo lo que podían por la víctima, extendiendo sus brazos y pidiendo que dejaran de pegarle», expone el acta de su declaración. El otro senegalés que estaba ayudando al joven, dio la misma versión. «No se defendió en ningún momento ni hizo ningún acto de violencia contra sus atacantes». «Solo vio que le pegaban muchísimo y no se defendía», resume el acta de su declaración. Coinciden en otra cosa. Los golpes sólo cesaron cuando se dejaron ver las primeras luces de la Policía.
Al otro lado de la calle, una joven da otro ángulo. Escuchó gritos, un «te vamos a golpear». «Lo siguiente que ve es Samuel en el suelo. Le escucha gritar por el dolor de los golpes que estaba recibiendo mientras los otros tres varones le propinaban patadas. A la agresión se unió un grupo de varones (….) Uno portaba una navaja que sacó del bolsillo derecho del pantalón a la vez que decía: ‘Se la voy a clavar en el pecho, te vas a morir’». Se estaba dirigiendo a Samuel.
La autopsia
Samuel murió por la paliza grupal y un fuerte traumatismo craneoencefálico fue lo que acabó con su vida. Así lo concluyeron los forenses. En el informe del avance de la autopsia, al que ha tenido acceso este diario, los forenses destacaban que la víctima «fue fuertemente agarrada por el cuello de forma repetida». También observaron golpes «en la boca, en la nariz y en la oreja» y un golpe «en la parte derecha del cráneo». Samuel no pudo recuperarse.
El
joven enfermero recibió la paliza durante seis minutos. Fue vapuleado durante unos 150 metros, tal y como avanzó esta semana el delegado del Gobierno en Galicia, José Miñones, en una comparecencia esta semana tras levantarse el secreto de sumario. Así lo confirma un informe policial, que especifica que fueron las cámaras de tráfico de la zona las que constatan la duración de la agresión y los puntos donde se cometió.
Las versiones
Llama la atención que la novia de uno de los detenidos, Kaio, acudió por iniciativa propia ante la Policía para defender a su pareja. Eso sí, cargando la responsabilidad sobre el resto. Lo hizo después de que una cuenta de Instagram le señalase directamente como culpable de la muerte de Samuel. «Te había que matar a ti pedazo de perro, corriendo detrás de uno con siete amigos. Eres el más fiera de Coruña. Así te pudras», decía aquel mensaje sobre Kaio.
Precisamente, otro testigo sitúa a Kaio y a Alejandro en el «después» de la agresión. Se trata de otro de los jóvenes que aquella noche estuvo de fiesta por la misma zona, solo que se marchó antes de los hechos porque a su novia se la llevaron en ambulancia por un coma etílico. De vuelta a casa a eso de las 4.30 horas, según su declaración, un amigo le llamó y bajó a la calle a su encuentro. Estaba con Kaio y con Llumba (Alejandro) y le contaron lo sucedido, implicando a Diego y a un menor que también sería después detenido. Se quitaban culpa. Ellos, decían que lo único que habían hecho era pegar al joven, no matarle.
Este testigo llamó a Diego al día siguiente para saber más. Alejandro le había dicho que sólo le había dado «unos puñetazos» a Samuel. De Diego, obtuvo una respuesta similar: «Yo no le toqué, solo le tiré al suelo y forcejeamos. Luego me apartaron y Llumba lo agarró del cuello, lo tiró al suelo y le pegó unos puñetazos».
Alejandro acabó presentándose voluntariamente en comisaría y, sobre la marcha, fue detenido. Está en prisión provisional, igual que Diego y Kaio. Katy, la novia del primero, afronta los mismos cargos pero en libertad. La Fiscalía aprecia que se trata de un asesinato. La familia del joven ve algo más: un claro delito de odio.